La psicología llegó a mi vida de casualidad, pero rápidamente supe que era una profesión apasionante a la que quería dedicarme. Quizás fue por esa sensación de comodidad que siempre tuve al estar rodeada de personas, escuchar sus historias y comprender qué vivencias emocionales se escondían detrás de ellas.
Estudié psicología en la Universidad de Valencia, donde mi formación fue principalmente cognitivo-conductual. Seguidamente, me habilité como profesional sanitaria en la Universidad del País Vasco. Más adelante descubrí la terapia sistémica familiar y de pareja, y el poder que el vínculo y el apego temprano tienen para moldear nuestra forma de ser y nuestros relatos de vida. Más allá de una etiqueta diagnóstica, me interesa comprender cómo el malestar se ha visto influido por los contextos en los que la persona se desenvuelve y por las relaciones que tiene. Poder aportar una visión del problema que no se reduzca al síntoma, sino a todo lo que rodea a esa persona. Así pues, decidí formarme en esta corriente, de la mano de grandes profesionales.